El Ojo del Terror: febrero 2008

Pues aqui, como esto sigue sin moverse, rebusco entre las cosas viejas y mira lo que encuentro.

Se trata de un cuadro de formato pequeño que pinte en clase de Santi Ortega.
Por dar un poc mas x culo, os incluyo tb el texto que he encontrado en la memoria que presente aquel año.

Esta obra es un refrito de viejas cosas, retomando un cuadro que pinte hace 2 años y perdí (como todo lo que hice en aquel curso). A partir de un dibujo en el margen de un cuaderno, durante una de esas aburridas clases teóricas, de imágenes evocadoras encontradas por ahí y de un impulso neurótico por conseguir expresar algo, sea ello lo que fuera.

El resultado fue más coherente de lo previsto, y me dio pie a una reflexión bastante seria acerca del que seria uno de mis temas recurrentes: la dialéctica entre Identidad e Integración. (Poco después vino el ejercicio aquel de “cubismo ascético” por llamarlo de algún modo, como un intento de profundizar en la idea)

Nos hallamos ante un esfuerzo casi desesperado por transgredir superficies. La caracola, la espiral sin fin que representa, es una metáfora de la búsqueda interminable, tanto en lo introspectivo como en lo expansivo. Es tan imposible comprender el todo como alcanzar el núcleo.

Tanto el “yo” como el universo nos están vetados. Tan solo nos son accesibles las representaciones que nos hacemos de las cosas y el arte constituye aquí una protesta contra la imposibilidad de alcanzar lo autentico, de ver o mostrar algo tal cual es, sin filtros y sin matices.

En el aspecto mas formal, al tener ya resuelto el tema, la composición e incluso el significado de la obra, me encontré con que no tenia otra cosa que hacer que experimentar recursos y ver como quedaban los unos junto o superpuestos a los otros.

En cierto modo es lo que Ana Múgica habría llamado un “cuadro-paleta”, pese a que a ratos no lo parezca (tan solo es cuestión de no fijarse en lo icónico, o tener en cuenta que la figuración en realidad no es mas que otro recurso)

Incidir sobre la tela de tantas formas como se me ocurriese e intentar que todo ello mantuviese una unidad es una manera muy arriesgada de pintar, en cualquier momento se puede colapsar todo el asunto y volverse un amasijo irreparable (no es la primera vez que me pasa, a veces durante meses enteros no logras hacer nada decente). El problema fue que de repente me encontré con una panoplia de recursos demasiado amplia para un formato y soporte tan reducidos. Era la hora de plantearse algo mas grande, de modo que abandone el proyecto aprovechando que habíamos alcanzado un estado de equilibrio en el resultado que me satisfacía ( e incluso les parecía bien a la gente acostumbrada a mis excesos )

Me gustaría poder atribuirlo a una afortunada casualidad y decir que no he tenido nada que ver con todo ello, pero hay indicios de que no es así y que estamos acercándonos al buen camino. Las pizarras fueron un ejercicio de “suelta de mano” que respondía al mismo planteamiento, y tal vez por su carácter humilde y no pretencioso acabaron dando un resultado bastante satisfactorio. Incluso en el posterior cuadro del Pez Volador da la impresión de que se ha logrado cierta facilidad de movimiento en ese caos de recursos vomitados, de que conseguimos llevarlo a algún lugar concreto, aunque a menudo no sepamos muy bien cual es en un primer momento. Ello solo se encamina hacia donde sea que vaya, si yo no le pongo demasiadas trabas